Anexo

Tengo cosas más urgentes que hacer, pero mi atención o mis ganas no me dan por el momento para hacerlas, y es por eso que mejor me dedico a escribir esto. Que buen fin de semana fue este, definitivamente me hacía falta una salida como la de ayer. Estuvo genial. Hace tiempo que no estábamos todos juntos de nuevo haciendo visiones en vía pública y molestando a la gente decente que duerme a las 12 de la noche.

La verdad hace mucho que no me divertía así. Hasta debería dar pena escribir estas cosas, pero espero que nadie sepa los efectos que puede tener el “reyitos” sobre las personas. Y eso no es nada en comparación con los gritos desaforados que, traviesos, nos traicionan y nos ponen en evidencia con cierta bola de pitufos. Eso a parte de las porras del “anexo” (yo en lo personal amo esas porras).

Espero que el próximo fin de semana se arme algo mejor que lo de este fin de semana, aunque no me arrepiento, es más, lo volvería a hacer. Mi mamá me mataría solamente por leer estas estupideces, pero lo bueno es que ella no las va a leer. Al final, todo acaba como siempre, dígase, al otro día, tirado en la cama sin ganas de levantarse a las once de la mañana.

¿Cuál es el punto de escribir todas estas cosas? Pues muy sencillo: lo que sucede es que hace tiempo que no lo hacía. La simpleza de las cosas más divertidas a veces se ve muy lejana, siendo que pasa todo el tiempo en frente de nosotros, sólo es cuestión de aprender a observar. El tiempo acá sirve para cosas distintas, pero allá es simplemente el tiempo: el tiempo que pasa sin pena ni gloria, al menos para mí.

Me imagino casi con seguridad que la noche allá es más suave y larga, que las estrellas brillan con más intensidad y que el frío es más una cobija fresca que una molestia inevitable. No me cuesta divagar horas y horas pensando en cosas intrascendentes, platicando bizantinamente sobre cualquier intrascendencia habida y por haber.

Es en momentos como ese cuando me pregunto cuál es mi verdadero nivel de idiotez. Lo hago simplemente porque es cuando me doy cuenta que ha sido muy idiota dejar esa clase de cosas de lado solamente por llenar las expectativas de los demás, las mías (o las que creí que eran mías), por llenar tiempo simplemente, o por vaciarlo incluso. Pero como no hay plazo que no se cumpla, tuvo que llegar un momento en el cual me di cuenta de que la ceguera y parálisis a la que yo mismo me había condenado me llevó a sentirme así en muchos aspectos de mi vida, y a expresarlo a diestra y siniestra por todos lados.

Debo ser honesto y sincero: todavía no me gusta hacer tarea. No soy flojo, pero tampoco soy adicto al trabajo, y es que honestamente hay de tareas a tareas. Sigo siendo fan de hacer esta tarea, me gusta mucha (incluso la puedo hacer con gusto sabiendo que tengo muchas tareas más que entregar. El viento corre y se lleva sus palabras que decían sigilosas dentro del manto de la noche:

“Aaaanexo, aaaaanexo” ¡eah eah eah!


0 comentarios:

Publicar un comentario