El aire pesa mucho.

Hoy definitivamente no quiero hacer nada, pero eso ya no es raro en mí. Hay algo que pesa en el aire, en el cielo, en la tierra, y provoca que mi ánimo se vaya más al fondo que el drenaje profundo. Es más, de hecho estoy haciendo esta tarea para postergar hacer alguna otra tarea más compleja. Es cínico, es malo, pero es la verdad; sin embargo no puedo dejar de lado el hecho de que tarde o temprano el futuro me va a alcanzar.

Algo que siempre me ha molestado es el formato de los libros de ciencias sociales. No es mala onda, pero honestamente son horribles, no dan ganas de leerlos y no son atractivos en lo más mínimo. La mayoría no tiene dibujos, ni esquemas, ni mapas, ni ilustraciones ni nada, y la verdad es que son tabiques de 800 hojas que dan sueño sólo de verlos. A las personas que estamos acostumbradas a leer ese tipo de textos se nos hace lo más normal del mundo, pero la verdad es que son desagradables a la vista, es más, incluso las portadas son realmente malas, y mucho. Casi siempre ponen una foto que no tiene nada que ver con el tema o una ilustración excesivamente abstracta (y eso cuando bien te va), que si no, termina siendo una obra de arte moderna con forma de no sé qué que qué sé yo que sea.

No lo digo con ganas de herir sensibilidades, pero es la verdad. Me he dado cuenta que, entre otras cosas, las ciencias sociales no son mucho del agrado de las personas que no están relacionadas con ellas debido a que la presentación de las publicaciones es terriblemente aburrida y desagradable: simplemente el que no enseña, no vende, y la verdad eso no vende mucho. Yo no tengo idea si es porque el círculo rojo de las ciencias sociales quiere gritar a medio mundo que son unos intelectuales consumados, y que como tal, solo ellos pueden disfrutar y develar los secretos de las tediosas (y muchas veces horribles) imágenes y gráficas que aparecen. Es más, si está en blanco y negro y no tiene dibujos ni ilustraciones, mejor.

De esta manera es lo más fácil del mundo entender por qué las personas prefieren comprar libros de anatomía, geografía o de física que de ciencias sociales: el aprendizaje de la mayoría de la población, entre los cuales me incluyo, es visual. Los libros de anatomía, (la mayoría) tienen una gran gama de contenido visual, que de una u otra manera, familiariza a los estudiantes al contenido, lo mismo pasa con los libros de geografía, física o química. Las matemáticas son cuestión aparte (si al hecho de la falta de imágenes le sumamos la gran cantidad de números que tienen por naturaleza, entendemos la razón del rechazo de gran parte de la gente hacia ellas).

En algún momento llegué a pensar que la historia era una excepción, pero no. Me acuerdo y me sigo acordando de la gran cantidad de libros de historia que he visto sin una sola imagen, como si el contexto cultural y social (a través de las imágenes) no fuera importante. No digo que las narraciones o descripciones no sean buenas ni intento rebajarlas, pero evidentemente hace falta en algunas ocasiones una imagen que esclarezca la imagen que uno mismo se hace de los hechos, que ayude a reconstruir la realidad, o que incluso nos haga sentir el ambiente y las emociones de los protagonistas de los hechos históricos. Aunque nadie me haga caso, yo me seguiré quejando amargamente durante mucho tiempo.


Tempo

Es una vida monótona, definitivamente. Sólo estoy aquí, colgado, a merced de las miradas de los demás, esperando y esperando un momento que jamás llega. Sirvo a todos, pero nada me sirve a mí, nada. Todo es patético para mí, simplemente veo el tiempo pasar, una broma estúpida, definitivamente.

A veces creo que ejerzo un poder increíble sobre todo el que me ve, puedo hacerlo entrar en una desesperación inmensa, hacerlo correr, verse la muñeca como si tuviera garrapatas, escribir más rápido, morderse las uñas o estirarse de todo el cuerpo. Nunca otra cosa. Tengo que aceptar que tengo las miradas sobre mí, ya lo sé, es vanidoso pero es verdadero. Es muy contradictorio, pero al menos ahora siento lo que sienten algunos de esos protagonistas de la prensa rosa: Sí, definitivamente todos me ven, tengo a todos sobre mí, pero estoy inmensamente sólo, y hasta creo ser molesto y hartante. Pareciera que mi plática aturde a todos al poco tiempo de escucharla.

Sin duda mi vida se vuelve cada día peor. Estoy consciente que es una contradicción lo que voy a decir, pero es la verdad: no me importa el tiempo, es más, cada vez me importa menos. Tal vez es porque siempre hago lo mismo, porque nunca duermo, porque mi vida entera pasa entre miradas rápidas, llenas de preocupación cuando bien me va, sino es que de odio o ira.

Ya me he acostumbrado con el tiempo a esa situación. No sé qué tan enfermizo sea, pero he tratado de compensar esa soledad pensando en todo el poder que ejerzo sobre esos seres miserables. Sí, me atrevo a llamarlos miserables, porque es lo que son; y lo digo con completa seguridad. Lo digo porque siendo ellos seres libres, con movimiento y vida, se vuelven mis esclavos y dejan que yo dicte el momento a momento de sus vidas, y no se dan cuenta que mientras más se vuelven mis esclavos, más pierden lo que quieren de mí, y lo desperdician en cosas inútiles, se hacen infelices y envejecen pronto. Creo que no se han dado cuenta de todo lo que han perdido y siguen perdiendo a causa de su eterna fijación en mi tez.

Pero no deja de ser un consuelo estúpido. Aunque sea dueño y señor de mis creadores, no dejo de ser un objeto, solitario y molesto a veces. Sólo, siempre sólo, haciendo siempre lo mismo, sin descanso, marcando lo que no me importa, y poseyendo lo que todos quieren. Tiempo, oro invisible, de incalculable valor y aun así, desperdiciado. Soy un viejo reloj de oficina.

Esta mañana vi llover

Y mucho.
Llueve mucho, lo que me ha llevado a pensar que ya me está dando pereza el nombre de mi blog, pudo haber sido que en vez de "yo y el clima" se hubiera podido llamar "yo y las papas fritas", "yo y la pereza" "yo y los camiones" o no sé, hay muchas posibilidades; sin embargo, al final lo único que quedó fue "yo y el clima".
Hoy va a haber un espectáculo de lucha libre en la explanada central de la facultad a la 1 de la tarde. Es una lástima que no vaya a poder ir, porque tenía muchas ganas de ver todo lo que acontecía (o lo que no acontecía). Por desgracia, tengo que chutarme una clase de alemán, y todo por faltar 2 veces seguidas la semana pasada, aunque tengo que aceptar que en cierto modo ya me está gustando más el idioma, al menos, ya no lo sufro como antes.
En este instante tengo mucha flojera, como siempre. Jaja, me he dado cuenta que necesito dormir casi la mitad del día para sentirme sin sueño, pero eso es una exageración y no me daría tiempo de hacer absolutamente nada. Ah, definitivamente me gusta dormir.
Los últimos días me la he pasado pensando si entrar a clases de chino o no, así como también acerca del servicio (dónde, cómo, cuando, etc.), pero la verdad es que he tenido que hacer otras cosas y no me ha dado tiempo de ver todos esos asuntos. Al fin y al cabo, todavía le falta mucho al semestre para terminar y no tengo que preocuparme tanto.
Este ejercicio (que al menos para mí es de escritura automática) me sienta bien, ya que me obliga a escribir cualquier cosa sin parar, y por lo tanto a pensar rápido. Eso es bueno teniendo en cuenta que a mí se me dificulta mucho escribir y a veces me quedo pensando horas en que poner cuando tengo que entregar un reporte. Al menos ahora, al momento de hacer la tesis, no tendré que estar 3 años pensando en que escribir (ya sólo serán 2 y medio).
Estoy esperando de manera casi religiosa que den la una de la tarde, pero parece que el sindicato de relojes está en huelga y de pronto, el tiempo se paró. Eso me recuerda a Momo, la cual me recuerda a la clase de seminario, lo que a su vez me recuerda que la clase pasada no fui.
Mañana es clase de taller. Creo que esta es mi cuarta entrada a lo largo del semestre, espero que haya muchas más. Creo que estoy delirando: en la mañana había una tipa igual a Dulce María (de RBD) en la puerta del edificio A, y ahora hay un sujeto en frente de mí que juraría que es el doble de John Lennon.
Este pesar en mi cuello es insoportable. De alguna manera me lo tengo que quitar. Por aquí sigue lloviendo y las vacas siguen comiendo, mientras el Sol se encuentra de vacaciones en algún lugar del universo, sigo escribiendo, pero al parecer, estoy a punto de terminar.


Si.


A punto de terminar.


No se crea ni se destruye, sólo se transforma

Osos, pollos, libros, tarjetas. Definitivamente soy feliz, sí, mucho. Desearía transitar por un valle onírico; evadiendo el tiempo, la realidad y los problemas. Eso es imposible, tanto como creer que puedo hacer que desaparezca una cosa solamente dejando de hacerle caso.

Por otra parte, mi cuerpo no está acorde a mi estado de ánimo: un cansancio aberrante, una flojera exuberante y la expresión de mis ojos son la prueba más clara de lo anterior. La música me distrae, decididamente, sin llevarme a ningún lugar; aunque, si he de decir la verdad, es algo que pasa desde la preparatoria. Simplemente no puedo creer que en tan poco tiempo hayan cambiado tantas y tantas cosas. De pronto me siento un extraño en mi propia vida, y un extraño que además le gusta estar donde está por el momento, que se siente cómodo y feliz.

Los cambios son buenos, o al menos son necesarios. Cuesta mucho trabajo hacerse a la idea de cambiar, pero la verdad es que la mayoría de las veces no queda de otra, y puede ser tan duro a veces como uno no se lo puede imaginar. Sí, a pesar de que creo que los cambios pueden ser buenos, no dejo de reconocer, al menos desde mi perspectiva, que existen cambios malos, difíciles, tristes y deprimentes. No quiero ser un necio y decir que todos los cambios son buenos, pero si necesarios. Y son necesarios no porque en verdad sean imprescindibles, sino porque son la única salida a una situación dada; claro, sino ¿Quién cambiaría?

Nadie ni nada cambia porque quiera, sino porque una situación dada produce la necesidad de cambiar o el cambio en sí. Entonces ¿Existe la inercia universal? no lo sé, pero si sé que mi cama no se hace sola (por desgracia).

Cada quién habla de la feria dependiendo de cómo le fue en ella, es por eso que yo hablo por el momento muy bien. Creo que esos cambios, (naturales o provocados) han sido muy buenos. Es más curioso todavía pensar que ahora que ya han pasado esos cambios, quiero aferrarme al deseo de que todo siga como está, que nada cambie, pero no, todo cambia, para bien o para mal. Todo.

En el nombre de anónimo

A los tlacuaches les gustan los remixes de Britney Spears. Hoy acabo de comprobar lo anterior a través de un experimento, y fue muy grato. Hoy también vi una nube muy rara, parecía OVNI pero con forma de paleta de manita (o paleta de manita con forma de OVNI). Todo esto pasó en el mismo instante en que, seguramente, en algún lugar del mundo, alguien estaba tomándose una Coca-Cola fría.

Es increíble la cantidad de cosas que pueden ocurrir en un día, como por ejemplo, descubrir después de cinco cursos el hilo negro, cerrar círculos, comer panes con frijoles que pretenden ser molletes de manera ampliamente placentera, caminar y ver el cielo azul y escuchar a las aves discutir sobre el calentamiento global.

Ya son las 11:45, y el kilo de papa en Tuvalu sigue igual que ayer. Debería de afectarme, lo sé, pero lucho constantemente para no alterarme por eso. Eso es una buena señal, creo (aunque no tengo idea para quién).

En mi cuarto párrafo se continuará con el tercero, pero sin meterse en lo que dice en el quinto.

Bueno, después de la explicación anterior (dejémoslo en un párrafo aparte para que tenga sentido su existencia), procederé a explicar las causas por las cuales puede surgir urticaria por comer lechuga con caramelo. ¡Dios mío! ¡Las he olvidado! Aunque bueno, pensándolo más detenidamente, creo que no hay mucha gente que coma eso muy frecuentemente.

He averiguado también cuál es el tema de Nadia. Me gusta mucho. Es muy bonito y melancólico, sin caer en lo cursi (según yo). Depende del punto de vista (o de oído) de quien lo escuche.

Simplemente cierra los ojos (se aceptan pedradas)


Días grises y blancos.

Se inundó la carretera a Puebla ¡Demonios!¿Cómo caray voy a regresar a Tlaxcala?

Eso fue lo primero que pensé cuando vi eso en las noticias. Supongo que me tenía que quedar. Después me puse a llenar una hoja con puros garabatos durante días seguidos y dormí el sueño de los justos. Cuando desperté, me dí cuenta que un pingüino vouyerista contemplaba crecer el pasto, mientras escuchaba una plática sobre la historia de Ucrania.

Sigo pensando que la fuerza de las palabras es muy grande, tanto que puede alzar cosas muy grandes. Sería buena idea usar esa fuerza en poleas. Tengo el cerebro exprimido: probablemente hicieron quesadillas de sesos.

En el tercer párrafo hablaré de cualquier otra cosa igual de aburrida que en los otros dos párrafos anteriores, o me seguiré quejando del desgraciado clima de los últimos días. Tengo que aceptar, por otra parte, que el día de hoy en la tarde el Sol salió esplendoroso, lo que me quema. Mis párrafos son pequeños, eso me molesta también.

Ya me dio flojera seguir esto. Son las 11:04 de la noche, y parece que mis dedos están a punto de engarrotarse. Seguro mi texto tiene un montón de faltas de ortografía. Seguro que sí. Seguiré esperando a ver que den las 11:06 para parar. A veces el tiempo no se mide en minutos ni en segundos ni en cualquier otra magnitud, sino en el grado de aburrimiento que uno pueda llegar a desarrollar al respecto de una actividad o estado de ánimo determinado.

Quiero una tortuga, aunque sea una foto de una tortuga.