Tempo

Es una vida monótona, definitivamente. Sólo estoy aquí, colgado, a merced de las miradas de los demás, esperando y esperando un momento que jamás llega. Sirvo a todos, pero nada me sirve a mí, nada. Todo es patético para mí, simplemente veo el tiempo pasar, una broma estúpida, definitivamente.

A veces creo que ejerzo un poder increíble sobre todo el que me ve, puedo hacerlo entrar en una desesperación inmensa, hacerlo correr, verse la muñeca como si tuviera garrapatas, escribir más rápido, morderse las uñas o estirarse de todo el cuerpo. Nunca otra cosa. Tengo que aceptar que tengo las miradas sobre mí, ya lo sé, es vanidoso pero es verdadero. Es muy contradictorio, pero al menos ahora siento lo que sienten algunos de esos protagonistas de la prensa rosa: Sí, definitivamente todos me ven, tengo a todos sobre mí, pero estoy inmensamente sólo, y hasta creo ser molesto y hartante. Pareciera que mi plática aturde a todos al poco tiempo de escucharla.

Sin duda mi vida se vuelve cada día peor. Estoy consciente que es una contradicción lo que voy a decir, pero es la verdad: no me importa el tiempo, es más, cada vez me importa menos. Tal vez es porque siempre hago lo mismo, porque nunca duermo, porque mi vida entera pasa entre miradas rápidas, llenas de preocupación cuando bien me va, sino es que de odio o ira.

Ya me he acostumbrado con el tiempo a esa situación. No sé qué tan enfermizo sea, pero he tratado de compensar esa soledad pensando en todo el poder que ejerzo sobre esos seres miserables. Sí, me atrevo a llamarlos miserables, porque es lo que son; y lo digo con completa seguridad. Lo digo porque siendo ellos seres libres, con movimiento y vida, se vuelven mis esclavos y dejan que yo dicte el momento a momento de sus vidas, y no se dan cuenta que mientras más se vuelven mis esclavos, más pierden lo que quieren de mí, y lo desperdician en cosas inútiles, se hacen infelices y envejecen pronto. Creo que no se han dado cuenta de todo lo que han perdido y siguen perdiendo a causa de su eterna fijación en mi tez.

Pero no deja de ser un consuelo estúpido. Aunque sea dueño y señor de mis creadores, no dejo de ser un objeto, solitario y molesto a veces. Sólo, siempre sólo, haciendo siempre lo mismo, sin descanso, marcando lo que no me importa, y poseyendo lo que todos quieren. Tiempo, oro invisible, de incalculable valor y aun así, desperdiciado. Soy un viejo reloj de oficina.

0 comentarios:

Publicar un comentario