Días grises y blancos.

Se inundó la carretera a Puebla ¡Demonios!¿Cómo caray voy a regresar a Tlaxcala?

Eso fue lo primero que pensé cuando vi eso en las noticias. Supongo que me tenía que quedar. Después me puse a llenar una hoja con puros garabatos durante días seguidos y dormí el sueño de los justos. Cuando desperté, me dí cuenta que un pingüino vouyerista contemplaba crecer el pasto, mientras escuchaba una plática sobre la historia de Ucrania.

Sigo pensando que la fuerza de las palabras es muy grande, tanto que puede alzar cosas muy grandes. Sería buena idea usar esa fuerza en poleas. Tengo el cerebro exprimido: probablemente hicieron quesadillas de sesos.

En el tercer párrafo hablaré de cualquier otra cosa igual de aburrida que en los otros dos párrafos anteriores, o me seguiré quejando del desgraciado clima de los últimos días. Tengo que aceptar, por otra parte, que el día de hoy en la tarde el Sol salió esplendoroso, lo que me quema. Mis párrafos son pequeños, eso me molesta también.

Ya me dio flojera seguir esto. Son las 11:04 de la noche, y parece que mis dedos están a punto de engarrotarse. Seguro mi texto tiene un montón de faltas de ortografía. Seguro que sí. Seguiré esperando a ver que den las 11:06 para parar. A veces el tiempo no se mide en minutos ni en segundos ni en cualquier otra magnitud, sino en el grado de aburrimiento que uno pueda llegar a desarrollar al respecto de una actividad o estado de ánimo determinado.

Quiero una tortuga, aunque sea una foto de una tortuga.

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