Administración

De pronto resulta más importante de lo que parece la administración del tiempo, aunque una noche lluviosa en medio de un lugar que podría ser la perfecta residencia de la nada no es el referente perfecto para pensar acerca de lo anterior. En frente de mí, se tiene un río de luz y de hierro, rodeado de arboles y moles de piedra y ladrillo, y alrededor, todo es oscuridad y agua en el cielo.
Sin duda, la manera más obvia de darle valor al tiempo, es perderlo, como ahora. Aunque bueno, ciertamente resulta difícil pensar acerca de lo que significa perder el tiempo. A diferencia de los cosas físicas, el tiempo no se pierde y se puede volver a encontrar. No sé si la frase “perder el tiempo” funcione igual que la frase “perder la vida”, “perder los bríos” o “perder la calma”. Cuando se pierden las cosas, de una u otra manera queda alguna oportunidad de volverlas a encontrar, pero cuando se pierde algo como el tiempo, no es posible hacer lo mismo.
Hay una novela llamada “en busca del tiempo perdido” que fue escrita por no me acuerdo como se llama, pero que al parecer es muy larga. Supongo que tal vez leerla sea una pérdida de tiempo, pero en lo que encuentre el tiempo que probablemente haya perdido en leer tal novela, me habré dado cuenta si valió la pena o no. Como se pueden dar cuenta, acabo de exhibir mi ignorancia en el amplio sentido de la palabra.
Regresando al tema del rio (en el cual estoy perdiendo el tiempo), me doy cuenta que el sonido que produce es completamente diferente al de los demás ríos, y en vez de relajar al que lo escucha, lo estresa más. No hay peces, pero hay criaturas inmensas que, como en una estampa del infierno de Dante, llevan seres humanos en sus entrañas, transparentes a medias, y vivos. Pero a diferencia de ese rio (de cuyo nombre no me acuerdo), este rio no está lleno de muerte, sino de vida, vida que va a todos lados, que choca, que se extermina y se recrea a cada instante en diferentes partes y formas. Vida pura.
Gracias a la lluvia, el olor que emite el río es parecido al de un rio normal, y hasta tiene agua, aunque no la suficiente, lo cual resulta ser muy bueno ya que si la tuviera, en verdad nos metería en problemas. Con el agua arriba, el río se pararía, y entonces empezaría a existir un rio de verdad. Este rio evoca en mí los recuerdos más profundos, aunque tal vez no es el río.
Lo más probable es que son las circunstancias lo que provocan que mis recuerdos surjan y me asedien a cada instante. Eso me regresa a lo primero que pensé, a la búsqueda del tiempo perdido, y me hace pensar que tal vez, y sólo tal vez, los recuerdos son la forma más directa de ir en busca del tiempo perdido. Por otro lado, y en el caso de una persona sumamente ocupada (o preocupada), recordar sólo sea perder más y más tiempo.
Ahora mismo podría estar perdiendo el tiempo, pero al menos lo puedo perder y no lo puedo comprar y vender. Bueno, sí, pero no el mío. Puedo comprar el tiempo aire de telcel, el tiempo en un café internet, el tiempo en una asesoría profesional de no sé qué y un montón de tiempos más, pero el tiempo más importante, el que genera recuerdos, todavía no se puede comprar, ¿O será que me estoy equivocando?



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