Hay cosas tan raras...


El clima tiende a ser nublado por las tardes, y muy confuso por las noches. Nubes negras inundan mi cabeza a la vez que el calor me invade y me moja. Después todo se vuelve frío e inanimado, las formas y los colores de los sueños bien asemejan paisajes inmensos, solos y helados de algún lugar perdido en Baffin o en la Tierra de la Reyna Maud. Al despertar, una fuerte ráfaga de razón descongela todo y lo regresa a su estado original, y de pronto, ya son las 5:30 de la mañana.
Es insoportable, sobre todo por el dolor de cuello. Sucede que a veces la vida que no experimentamos conscientes y sólo vivimos es más feliz que la vida cotidiana (quiero dormir cansado para no pensar en ti…. O esas cosas jaja que bien). Hay días que la vida misma empuja a cada uno de nosotros a desea más estar en ese paraíso inanimado que les acabo de mencionar que vivir en un purgatorio lleno de vida, en un lugar donde el cielo y el infierno están en la misma cuadra o en el mismo vagón de metro.
Puede ser muy difícil exteriorizarlo. La exigencia de la vida cotidiana y de nuestra mecánica social pide explicar todos los hechos y circunstancias desde un punto de vida cientificista, positivista y lógico, pero hay cosas que se resisten a ser explicadas así. Todo lo que el mundo consciente nos ofrece pareciera que puede ser descrito de la misma manera y así mismo explicado y conocido. Considerando que los sueños y las fantasías se producen por un mecanismo (por conocido pero) existente en una realidad consciente, entonces estos sueños y fantasías pertenecen a la misma lógica del mecanismo que las creó. Pero tal vez no, porque su realidad es otra, no es la misma que la de ese mecanismo lógico tan imponente de la fisiología del sistema nervioso humano, ellos están en una realidad distinta, en un momento inconsciente de su propia existencia, pero a la vez presente para el que lo vive. Para la realidad cotidiana resulta imposible explicar lo que es inconsciente o inexistente para el observador, pero que aún así forma parte de su propia realidad.
¿Por qué tenemos que explicarlo? ¿Para dominarlo? ¿El ansia de poder y seguridad del ser humano es tan grande que debe de dominar hasta sus propios sueños? ¿Qué pasará el día que hasta en nuestros sueños seamos víctimas de la publicidad y el libre mercado?
Es un mundo que en lo personal, no quiero vivir. Al menos no quiero pensar que un día podría ser violado el único espacio que tan inconsciente e inexistente, y a la vez es tan sagrado e inexplicable para mí.

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