De pronto se me acaban las ganas

El viernes pasado la ciudad quedó hecha un caos, al menos para los que utilizamos la línea verde del metro. Un compañero y yo tuvimos que hacer un viacrucis para poder llegar a nuestros respectivos destinos; y cuando digo viacrucis, lo digo en serio. Para mí, además de hacer más obvio de lo que ya era la semiesclerosis del sistema de transporte colectivo, también hace evidente la fragilidad de las grandes concentraciones humanas. No es que sea un partidario de la teoría del caos (y no es que no esté a favor pero ni siquiera la conozco realmente bien), pero la organización de las grandes concentraciones poblacionales, por su propia naturaleza, hace del transporte colectivo un reto.

En primer lugar, sería necesario conocer las causas por las cuales las personas se trasladan tan frecuentemente de un lugar a otro. En segundo, en tercero y en muchos lugares más debería escribir un montón de cosas más, lo sé, pero han pasado más de 10 horas de que escribí esto y no tengo idea de por qué pero de pronto me duele todo y no me da apetito de escribir más. Ahora que de todas maneras tengo más tarea que hacer. El día tuvo un clima raro, se me olvidaba desde hace mucho tiempo el motivo existencial de este lugar.

1 comentarios:

Aaron Hegarc dijo...

Hola Dan!!!

Vaya que sí fue viacrucis y lo peor del caso es que nunca llegué al cielo (jaja).

Si ese dia hubiera tenido olor, hubiera sido como a mole de olla ¿o tu que piensas?.

Saludos.

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