Pesado

El fin de semestre es muy pesado esta ocasión, al menos para mí. En todo lo que llevo en la universidad, honestamente sólo el fin de semestre pasado lo sentí tan pesado como éste. Lo bueno es que después de un montón de cosas y circunstancias por demás chocosas y joditivas, ya he aprendido a medias a organizar mi tiempo.

La poca capacidad que tengo para hacer esta clase de cosas, como escribir sobre un tema indeterminado, se ve reflejada en la baja calidad de las porquerías que son publicadas por este medio. Mi ejercicio de cadáver exquisito me ha servido bastante para salir de apuros a la hora de publicar cualquier cosa, aunque no implica que haga algo que en realidad me absorba y me mantenga pegado a la computadora escribiendo. Eso me hace sentir que todavía no encuentro un tema o algo que atrape mi atención de una manera especial.

Lleno mis pulmones de aire y los vacío al mismo instante en que las aves callan. En la semana pasada vi un programa acerca de la cultura popular mexicana, lo que hizo que me acordara de una entrada que había publicado al respecto de las ofrendas de día de muertos. Al ver la transmisión, poco a poco caí en la cuenta de que era muy purista al respecto del arte. Me refiero a que veía al arte popular como un fenómeno que, mientras menos cambios experimentara por la influencia externa, conservaría de manera más integral su esencia “popular”, y bueno, lo que sucede es que existe otra corriente que considera que el arte popular es, al igual que todos los procesos sociales, y en general, igual que todo, fruto de una continua dinámica, por lo que el hecho de que adquiera influencias de cualquier tipo que vayan cambiando su contenido con el tiempo es de lo más natural del mundo.


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