Sin razón aparente


En verdad sería estúpido explicar todo lo que sucede por este medio, así que no sé si hacerlo o no. Si lo hago seré en verdad un estúpido. ¿Y qué? A estas alturas del estrés ya no sé ni lo que digo. Digo de nuevo todo el tiempo la palabra no sé. Creo que el haber invocado a mi otro yo no fue una idea tan buena después de todo. En verdad no tengo ganas de escribir pero mis dedos lo hacen porque un comando de mi cerebro les ordena hacerlo. Mi alma ya no da para más. Creo que estoy presenciando el derrumbe de todo lo conocido por mí hasta ahora y el surgimiento de cosas que ni siquiera tengo idea que son. Mi tiempo ya no es oro. Yo ya vivo en muchos tiempo, y soy un viajero que pasa de un plano a otro cada que a una partícula que no conozco se le hinchan las gónadas. Al menos después de todo este desmadre astral quiero un perro ridículo y pequeño para comerlo en barbacoa (sé que no es la opción la carne, pero dejen en paz a este pobre troglodita reliquia de la antigüedad).

Mi otro yo es un alma chingativa, igual que yo. Consume poco a poco mi vida y lo hace de una manera muy rápida. Siendo honestos y sinceros, ya me harto. Hasta hace una semana tenía una vida relativamente normal, sino hubiera sido por esos encuentros que sólo se dan una vez en la vida para darle en la madre a las cosas. Mi silla esta en el mismo lugar de siempre.

La niña de Tombuctú no sabe de que hablo y no le importa. Ella juega en un lugar detenido en el tiempo, paradójicamente infestado de turistas que son pero no están: solo está ella. Ella esta influida por un algo. Yo no conozco a la niña, y la verdad tengo mucha flojera como para que me importe, sino fuera porque es esa misma energía la que influye mis ínfulas y me hace perder la cabeza cuando veo una palabra en alemán.

Pero ¿Qué diablos digo? Me estoy volviendo loco. No quiero protestar por la pobreza porque la pobreza me cansa tanto que no me quedan fuerzas. Me empobrece mi espíritu, a tal grado que mis sueños ahora ya no sé si son míos o de alguien más.

¿Qué tan fácil es perderte en los sueños de alguien más?

¿Qué pasa con esas imágenes de pesadilla tipo Elba Esther Gordillo?

¿Por qué me da hueva escribir como académico (lo juro por el perro de mi prima?

Lo más difícil del camino es la maldita mitad.

Y en verdad.

En verdad

Verdad.

La empiezo a odiar. No sé qué ha de pensar ella de mi.

Hay máscaras que no sabemos que tenemos puestas.

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