El coloso con pies de barro

La ciudad se extiende como un coloso inmenso para cualquier lado a donde dirija la mirada, y parece que cada día crece más y más. Ya no sé si su inmensidad radica en su tamaño, en las cosas que tiene, en sus habitantes o en todas sus historias. Tal vez es una cuestión de apreciación y criterios, dígase, del punto de vista de cada quien.

Sea en el día o en la noche, la vista que ofrece es imponente. A mí en lo personal me gusta más cómo se ve en la noche, con todas sus luces por todos lados, y no solo en la profundidad del horizonte, sino también para los cielos. Cuando llueve y caen truenos, en vez de que las luces suban, bajan a la tierra, y a veces con tal intensidad y luz que iluminan el firmamento como si fuera de día.

Otra cosa que me gusta de las ciudades (que no de la ciudad), es la manera en la que se distribuyen. Una de las muchas cosas que hace que una ciudad se haga más llamativa, o que simplemente tenga un “espíritu” distintivo, es la distribución de su espacio. La luz es algo que de una u otra manera solo se nota de noche, pero la distribución del espacio es un hecho constante y permanente, y no importa si sea de día o de noche, es algo que siempre afecta todo lo que sucede en la ciudad: desde los habitantes hasta el medio ambiente, pasando por la calidad de vida, la recreación y el tráfico.

Aunque actualmente existe una tendencia hacia la simplificación y optimización de las vías de comunicaciones y transportes, se deja de lado la estética. Tal vez, después de mucho tiempo de que nuestras sociedades convivan con los modelos de la arquitectura y la ingeniería funcional, adapten su estética a sus necesidades, pero mientras eso no pase, seguirá existiendo un vacío en las necesidades y propiedades estéticas de las ciudades.

Por otro lado pienso que la estética moderna es como el conocimiento: surge en su estado puro, se mezcla, se complementa de manera dialógica y produce algo nuevo y diferente. Es lo que sin duda pasa en muchas ciudades donde se encuentra edificios muy antiguos junto a otros de estilo contemporáneo. El hecho de que las diferentes tendencias estéticas se mezclen, no implica que las todo lo que se mezcla es estético, y es ahí donde encuentro el gran problema, en donde incluso el gobierno tiene gran parte de la culpa.

El gobierno es, sin duda, el primer responsable de la imagen urbana, que para la mayoría de los políticos no va más allá de plantar árboles a lo tonto por todos lados y tirar basura. La imagen urbana va mucho más lejos. Sin duda, la distribución y el cuidado del espacio, de la imagen urbana y de la estética van más allá de una concepción simplista, y cuando se ve en un sentido amplio, se comprende porque son tan necesarias para mantener e incrementar la calidad de vida de los habitantes de una ciudad. Es más fácil que con parques, los niños salgan a jugar y las personas socialicen, que con calles más limpias, haya menos riesgo de enfermedades infecciosas, que con una implementación de la imagen urbana, los recuerdos y las vivencias de las personas sean más agradables, y menos estresante el ritmo de vida, sobre todo en las ciudades, que como la que estoy viendo, son gigantes con pies de barro (y manos de ladrillo, cabezas de piedra y corazones de acero).

0 comentarios:

Publicar un comentario