Por otra parte, mi cuerpo no está acorde a mi estado de ánimo: un cansancio aberrante, una flojera exuberante y la expresión de mis ojos son la prueba más clara de lo anterior. La música me distrae, decididamente, sin llevarme a ningún lugar; aunque, si he de decir la verdad, es algo que pasa desde la preparatoria. Simplemente no puedo creer que en tan poco tiempo hayan cambiado tantas y tantas cosas. De pronto me siento un extraño en mi propia vida, y un extraño que además le gusta estar donde está por el momento, que se siente cómodo y feliz.
Los cambios son buenos, o al menos son necesarios. Cuesta mucho trabajo hacerse a la idea de cambiar, pero la verdad es que la mayoría de las veces no queda de otra, y puede ser tan duro a veces como uno no se lo puede imaginar. Sí, a pesar de que creo que los cambios pueden ser buenos, no dejo de reconocer, al menos desde mi perspectiva, que existen cambios malos, difíciles, tristes y deprimentes. No quiero ser un necio y decir que todos los cambios son buenos, pero si necesarios. Y son necesarios no porque en verdad sean imprescindibles, sino porque son la única salida a una situación dada; claro, sino ¿Quién cambiaría?
Nadie ni nada cambia porque quiera, sino porque una situación dada produce la necesidad de cambiar o el cambio en sí. Entonces ¿Existe la inercia universal? no lo sé, pero si sé que mi cama no se hace sola (por desgracia).
Cada quién habla de la feria dependiendo de cómo le fue en ella, es por eso que yo hablo por el momento muy bien. Creo que esos cambios, (naturales o provocados) han sido muy buenos. Es más curioso todavía pensar que ahora que ya han pasado esos cambios, quiero aferrarme al deseo de que todo siga como está, que nada cambie, pero no, todo cambia, para bien o para mal. Todo.
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